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Pensamientos de Deseo

Los deseos son como una droga. Es una burbuja que creas a tu alrededor, en la que todo está bien y todo saldrá bien.

Los deseos son el camino más fácil. Te mantiene sin vida a inactivo, en momentos en que deberías moverte y actuar.

Desear es diferente a ser optimista. Un optimista observa las pruebas y la realidad de la situación. Aunque la situación parezca mala a veces, el optimista prevé un resultado positivo después de todo. Esto le da la fuerza necesaria para actuar, no rendirse y avanzar hacia ese resultado positivo, aunque sea muy consciente de la gravedad de la situación.

El pensador de deseos, en cambio, no puede o no quiere ver la realidad de una situación determinada. En su lugar, el pensador de deseos suprime la realidad, consciente o inconscientemente. Esto crea un sesgo de optimismo en el que los pensadores de deseos esperan resultados positivos a pesar de que tales expectativas no tienen ninguna base en la realidad.

El optimista se enfrenta a la dureza de la realidad y actúa. El ilusionista resta importancia a la realidad o la ignora y la deja para más tarde. Si actúa, es propenso a pasar por alto detalles importantes, lo que puede conducir a un círculo vicioso de consecuencias imprevistas.

Pregúntate si te enfrentas a la realidad o caes en la falacia del deseo.

Mire más allá de la información que consume habitualmente. Examine las fuentes que le resulten incómodas de leer. Lee lo que te venden como noticias falsas o conspiraciones. Busca información fuera de tu país, y de tu idioma.

Es posible que todo lo que deseas que sea verdad no lo sea.

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